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viernes, 12 de diciembre de 2008

Demente amanecer.

Los dos amigos se quedaron mirando al desierto blanco. Respiraban fuerte tratando de recuperar el aire, perdidos en algún lugar entre el horizonte y sus propias miradas.
 
Reposados sobre el suelo caliente de arena, sus miradas, en un deslumbramiento sereno, observaban el baile de sombras sobre el desierto blanco y un sol pequeñín salía para ellos, brotaba como una flor.
 
Uno de los dos preguntó ¿Cómo es posible que haya esas sombras en el desierto si el sol está saliento por detrás de ellas?
 
El otro, que tenía respuesta para todo, porque lo que no sabía lo imaginaba, respondió mirándole con seguridad:
 
-Amigo, eso va a ser que la luz somos nosotros.
 
Y los dos siguieron mirando el baile de sombras sobre el desierto blanco y su incomprensible amanecer, en un mundo donde nada necesitaba explicarse, donde la belleza brotaba ajena a las leyes naturales.
 

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