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miércoles, 17 de diciembre de 2008

Los buenos tiempos

Tengo muy buen recuerdo de mi infancia. Siempre que pienso en eso, lo veo como un éxito de mi familia. 


Crecer supone "desmitificar" a los personajes que en nuestra infancia fueron intocables. 

Inevitablemente maduramos viendo los defectos de nuestros padres, observando roces entre adultos que, de pequeños, no podíamos ni imaginar, conociendo una parte del lado oscuro de nuestros seres queridos, sus miedos y algunas de sus miserias.

Esto supone que se pierden unas cosas y se ganan otras, que la burbuja perfecta en la que se protegía nuestra infancia no era real y poco a poco se posa una losa de responsabilidad sobre nuestras espaldas que llamamos madurar, es como darse cuenta de que dios no existe y en cierto modo te sientes un poco solo. Al mismo tiempo la vida se nos va llenando por otros lados y vamos compensando el equilibrio necesario para sentirnos bien.

Pero cuando, después de ese "trance" que supone madurar, miro hacia atrás y siento cariño y agradecimiento hacia las personas de las que se compuso mi niñez, independientemente de donde las haya situado el paso del tiempo, creo que es éxito suyo el que yo recuerde aquella época como "los buenos tiempos". 

Ese es uno de mis tesoros, algo con el peso suficiente como para que quiera abrazarles, compartir con ellos estas letras  y rascándome la nuca con una sonrisa torpe y tímida se me escape un: "Os quiero" y me alegro mucho de que sigáis formando parte de mi vida. 

A ver cuando organizamos una cenuca.

2 comentarios:

Kato dijo...

Antes de todo necesito disculparme porque llevo mucho tiempo sin hacer visitas en esta casa, pero el puto trabajo y la(idem) crisis me están acaparando.

Dicho esto.

Yo soy la tercera, entre mi prima Marta y me hermana Verónica y también me inspira mucho cariño todo lo que esta foto representa, menos mal que de vez en cuando, el que pasó por un prado comiendo ratones los buenos los comía y los malos los vendía, me refresca la memoria y me obliga a sonreir recordando a mi prima la mayor montando en cólera (a ella no le gustaban las fotos y punto en boca ), y a todos haciendo tonterias para sacarnos una sonrisa mientras mi madrina, cámara en mano, inmortalizaba el momento.
¿Sabes Santi? estoy segura de que si cualquiera de los de esta foto sufre por cualquier motivo, seguramento se nos encoge el corázón a todos y eso es porque tuvimos una infancia de cariño, de principios y nos enseñaron a querernos de verdad, sin forzar, sin tener la obligación de hacerlo porque esa es la manera de que dure pase lo que pase.
Claro que si, que yo también te quiero, os quiero a todos muchísimo.

Lo de la cena por mi cuando sea, puedo siempre.

Besos, besos, besos.

Anónimo dijo...

Gracias a los dos por hacer que inicie el año con una sonrisa, casi tan candida como las que debiamos lanzar entre los días de estas fotos. Y gracias a los que os atreveis a contaros así, para todos, para provocarnos y acercarnos, para poner un peldaño más que nos haga salir de los bucles esos del como estas que tal te va y nos empuje a hacer del deseo de vernos una realidad. La cena está apuntada. Yo no quiero bajar de esas candidas sonrisas.

besos
Ah, ahora ya no le tengo tanta aversión a las fotos