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lunes, 28 de diciembre de 2009
Aventureros.
viernes, 25 de diciembre de 2009
Jiñel peds
sábado, 19 de diciembre de 2009
La Piola.
Mientras mi gorra se despoja de los restos del frío de diciembre sobre la mesa, yo pido un café en la barra... no no no... mejor un carajillo, a ver si se me entonan los adentros.
De regreso a mi mesa, con el carajillo humeando en la mano y la sonrisa de la camarera deshaciendo el azucar, paso junto a una pareja. Aminoro la marcha para escuchar sus susurros de miradas y oler su esencia de tacto, hablan poco, una sonrisa cómplice ilumina su mesa, sobre la que hay una sola taza que ellos dos comparten. Me siento al lado del tipo con gafas de pasta qeu lee un comic y les miro con descaro, ellos no ven lo que les rodea, solo dan sorbitos, soplan y revuelven sin prisas su taza calentita de tiempo.
Me acerco a la barra y le pido a la camarera una taza como esa. Ella abre uno de los pucheros para ver lo que se cuece dentro y mirándome a los ojos me responde:
- Este local solo existe para qeu esos chicos tengan su taza de tiempo, tu estás aquí para contarlo. Solo cuando ellos suelten su taza, el mundo seguirá girando.
Continua tomando notas.
jueves, 17 de diciembre de 2009
iReal?
sábado, 12 de diciembre de 2009
Tic ... Tac
Quiero saborear el tiempo. Palpar su esencia con mis sentidos.
No se trata de vivir muchos años, no. Se trata de llegar a sentir qeu fabricamos nuestro propio tiempo.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
Pura Vida.
No olvides nunca que tienes el poder de crear, de darle color al mundo, de hacerlo tuyo.
Alas.
lunes, 7 de diciembre de 2009
Palabras.
Hay palabras tan evocadoras como los olores. Hoy me desperté con dos de ellas entre las papilas gustativas de mi imaginación:
Tranvía: Quiero conocer mil ciudades al azar de sus tranvías.
Sin planos, ni oficinas de turismo, sin wikipedia, ni guias de viajes... al azar de los tranvías.
Tinglado: Soy un tipo huraño, callado y algo contradictorio.
domingo, 6 de diciembre de 2009
Sabores mañanaros
Me gusta manchar mis pies descalzos sobre el roble que me separa de la vecina del 2º. Cierro los ojos y busco sentir palpitar a la tierra en ese contacto directo de mi piel con el suelo.
Alimentar mis sentidos. La tela de mi viejo pantalón de cuadros azules, la madera tibia, el olor a café, el peso de mi guitarra, la magia sonora de sus cuerdas... plank ... el sonido de enchufarnos al ampli... el rasgueo de un acorde que vibra en mi pecho a través del cuerpo de la guitarra y que llega hasta mis pies desde la estantería que sostiene al Sr Marshall, haciéndole cosquillas al suelo.
Y mi mirada perdida... perdida... perdida en una tablatura que no veo... porque hoy no miro... hoy siento.
No hay nada más acogedormente salvaje que aprender a tocar una canción de Tom Waits, descalzo, un domingo por la mañana, cuando los sentidos reciben al día con toda su atención, vírgenes de sensaciones, curiosos, ábidos... ... ronroneo de vida.
viernes, 27 de noviembre de 2009
Oración.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
domingo, 8 de noviembre de 2009
Ott San y yo.
lunes, 2 de noviembre de 2009
El mundo... ¡¡¡Menudo acorde!!!
- Si, toma esta, es Nota FA:
domingo, 1 de noviembre de 2009
Realidad privilegiada.
martes, 27 de octubre de 2009
Mis lágrimas.
(Quienes construyen los deltas... quienes fertilizan su alma con las emociones desbordadas ... quienes no se ahogan con la crecida de los ríos... son mis maestros)
martes, 20 de octubre de 2009
20 años no es nada??
Ver a un niño feliz me relaja.
Esa mirada que lanza el brillo hacia afuera y que aspira la emoción en un grito contenido que se nos enraiza pecho abajo.
Ese momento en que el niño pierde el contacto con el suelo y todos los sentidos están al servicio de su alegría. Ni tiempo, ni hambre, ni frío, ni deberes...
Cuando recuerdas la primera vez que le viste envuelto en mantitas y berrando a pleno pulmón.
Cuando sonríes al recordar cómo tropezaba su lengua de trapo con las palabras pero su rostro expresaba solemnidad.
Cuando sabes lo que es empujar esa felicidad y lo que se siente al tener el poder de provocarla.
Cuando la persona que la provoca lleva más tiempo en tu vida que fuera de ella y recuerdas cuando aún le tiraba los tejos a su chica (la madre de la criatura).
Cuando ocurre todo eso y tienes la oportunidad de robarle ese momento al tiempo en forma de luz, sientes dos cosas:
1º Alegría por haber conservado este patrimonio de vida tantos años y haber estado en los momentos más importantes y también en parte de los más divertidos.
2º Te quedas pensativo rascándote la nuca y te preguntas ¿Me estaré haciendo viejo?
Coño, tengo 35 años pero conozco a la persona que empuja ese columpio desde hace más de 20.
sábado, 17 de octubre de 2009
Capitán
El viejo Capitán recorría el mismo camino cada mañana, con sus zapatillas de cuadros roídas y su pijama de franela, el rostro acelerado y su pipa humeando angustias.
El paseo acababa en una torpe carrerilla furtiva con la que cruzaba un jardín abandonado.
- A ver cómo giramos hoy, a ver cómo giramos hoy, a ver cómo giramos hoy... .
No dejaba de repetir esa frase hasta que entraba en una cabina de barco oxidada y se agarraba a su timón.
Jugaba con sus dedos entre los cuadros de mando y agudizaba la mirada hacia el horizonte como si desde su timón pilotara la travesía de la tierra alrededor del sol.
Esa responsabilidad le tenía absorvido y ojeroso, se olvidó de sí mismo y sentía sobre sus espaldas el peso de cada catástrofe ocurrida en cualquier parte del planeta.
Vivía en el psiquiátrico de Pontevedra, pero no era un interno conflictivo y su rutina estaba controlada, así que le dejaban salir durante el día. Las autoridades de la ciudad estaban advertidas.
El Capitán formaba parte de la fauna de la ciudad, un personaje querido por sus habitantes y curioseado por los turistas, aunque él vivía totalmente ajeno a ese vayvén de miradas.
Hoy le he pedido permiso para sentarme a su lado, él me ha mirado un segundo y me ha indicado exactamente dónde me podía sentar, como si el jardín estuviera minado. Con mucho cuidado y respeto me he posado donde él me ha señalado, y le he observado en silencio.
Por un rato el Capitán se ha olvidado de mí, hasta que un gato se ha colado en el jardín llamando su atención. Yo he acariciado al gato bssbssbbss y al oírme ha recordado que yo estaba ahí, el gesto hacia el gato me ha hecho merecedor de sus primeras palabras:
-Hasta el núcleo. Este timón baja hasta el mismo núcleo de la tierra. No voy a perder mucho tiempo en intentar convencerte, pero desde aquí dirijo el rumbo del mundo, su destino.
-Claro, eso me explica sus ojeras. Tanta responsabilidad para un solo hombre... .
Él me vuelve a mirar para calibrar si le estoy vacilando o si hablo en serio y al ver que le mantengo la mirada, se relaja.
Pasé el día con el Capitán, un día de silencios y densas palabras, un día de miradas.
Comimos juntos sin soltar el timón, observamos a la gente que pasaba frente al jardín y aprendí a leer la ciudad entera desde un pequeño tramo de acera, él tenía un ojo a mi lado y el otro en los espejos retrovisores del planeta... al final del día, sin saber nuestros nombres, le acompañé hasta el psiquiátrico.
A la entrada una enfermera le recibió con cariño, nos dimos la mano y se despidió de mí con la mirada, aspirando nervioso su pipa y dejándome el olor dulzón de su humo de angustias en el recuerdo.
La enfermera se acercó a mí:
-¿Es usted pariente del Capitán?
-No, soy uno de sus protegidos. ¿Qué sabe usted de él?
- Pues mire, casi nadie sabe mucho del capitán. Yo soy nueva aquí, él lleva toda la vida, pero el otro día estuve leyendo su expediente y ví algo curioso, son muy pocas las ocasiones en su vida en las que este viejo no ha realizado su recorrido rutinario hasta la cabina del barco.
Apunté algunas fechas de las pocas veces que ha faltado a su cita:
En el verano del 14 se enamoró y faltó una semana.
En el otoño del 29 tuvo problemas económicos y se ausentó unos días para vender unas tierras de la familia.
A finales del verano del 39 tuvo fiebres altísimas y estuvo delirando en la cama 4 días. De aquella convalecencia salió especialmente afectado y no volvió a separarse de su pipa, ni de sus ojeras.