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miércoles, 21 de enero de 2009

Mooooola.


Discover Yael Naim!




(Angelo)
Me gusta andar descalzo
me gustan los coloretes de la lujuria esos que nacen en las entrañas y delatan...
me gusta el rock duro
me gusta arrugar la nariz como un lobezno y poner cara de malo
me gusta compartir risas
me gustan los jardines silvestres... abandonados
me gustan las preguntas de los niños
me gusta el blues y el jazz
me gusta el desenfreno de los años 30
me gusta la creatividad que surge en las crisis
me pierden los acentos, pero no todos, me gusta el andalú el gallego el argentino...
me gustan las chicas con tirantes
me gusta la ropa vieja... esa que ya huele a tí y se acomoda a tu piel
me gusta observar a la gente en las grandes plazas sin que se de cuenta
me gustan los tejados y las historias qeu imagino bajo ellos
me gustan las chimeneas
me gusta tocar la cara de mis amigos
me gusta el chocolate
me gustan las manos calientes secas
me gusta el sonido del clarinete de benny goodman
me gusta que mi amigo Luis me cuente las aventuras de sus burros, tiene tres (Angelo, Pelusa y Penca)
Me gusta regalar y emocionar
me gusta provocar
me gusta motivar
me gustan los ojos grandes en caras pequeñas
me gustan mis camisetas (haré una entrada solo con ellas)
me gusta el vino bien acompañado, sin relojes con una voz serena en frente y Lester Young en el gramófono
me gustan los delirios artísticos... esa gente que vive con arte... qeu su vida es arte
me gusta la gente que se busca la vida como sea, por ejemplo organizando una rifa en el tren
me gustan los músicos callejeros, pero no el típico feo cabrón qeu sopla una flauta sin tener ni idea
me gustan las chicas persusionistas
me gusta el sonido del violoncello
me gusta cazar con mi cámara... a veces cazo antes y a veces después de haber hecho la foto.
me gusta bañarme en el río... jo me pongo tan nervioso que a veces me tiro al agua sin quitarme los calzoncillos...
me gustan los cambios elegidos por mí
me gusta muuuucho bucear
me gusta regalar canciones
me gusta ir a mi bola

lunes, 19 de enero de 2009

Mi útero de cristal volando sobre el Thamesis



¿A que se está bien aquí arriba? Hace calorcito dentro del huevo transparente que nos agarra a la noria, pero fuera hay -2 ºC. 

Suena Tom Waits y tu apoyas la cabeza sobre el cristal, lanzando tu mirada suicida al vacío.

Yo me siento sobre el banco 
de madera que hay en el centro con las piernas cruzadas como los indios. Te miro nadando dentro de este útero mecánico de cristal a muchos metros de altura sobre el thamesis y pienso que el mundo es mío. Apoyo tranquilo mis codos sobre la madera y disfruto del momento sin más, no necesito hablar, ni pensar. 

Un millón de luciérnagas , desde el suelo de Londres, brillan y nos regalan un millón de ideas... con toda seguridad se nos quedará corta la vida... pero sin ninguna duda merecerá la pena vivirla.

click... mi cámara graba esta imagen para siempre y mi memoria la rodea de sensaciones cada vez que la miro.

domingo, 11 de enero de 2009

Donde yo vivo...



En donde yo vivo, si decides madrugar una mañana de invierno, como por ejemplo hoy, y lanzas tu mirada hacia el norte, se ve eso:




Y si decides girar 180º y miras al sur desde el mismo sitio, verás esto otro:






Cuando desde la arena de la playa veo las montañas nevadas, a las que hace brillar el mismo sol que ilumina el faro del norte, me siento pequeñín y mis problemas menguan conmigo al aspirar un aire que, mezcla de salitre y nieve, me bautiza por dentro y sustituye mis sombras por luz.

martes, 6 de enero de 2009

Un penique por sus pensamientos.



Apoyado sobre la barandilla del puente. Después de observar un rato a estas dos gaviotas, me picó la curiosidad y les ofrecí un penique por sus pensamientos.

Una de ellas giró su cabeza hacia mí, me miró de arriba a abajo y me dijo:

    - Déjalo chaval, no lo entenderías-.

Cuando ya me iba con las orejas gachas y rumiando el fracaso de mi curiosidad la misma gaviota se dirigió a mí:

    - Sh Sh!!! No le vuelvas a poner tan bajo precio al pensamiento de una gaviota.

Y no me preguntéis cómo, pero su pico flexó formando una sonrisa retorcida en su rostro que no olvidaré jamás mientras volvía su mirada hacia el atardecer por el que 4 rayos de sol calentaban su plumaje...