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domingo, 8 de noviembre de 2009

Ott San y yo.



Ott-San y yo aprendemos cada día cosas la una del otro.

Ella sabe que siempre caliento los dedos con "Under the Bridge", sabe que la cuido porque cambié mis pulseras de mano para no arañar jamás su hermoso acabado y me deja acariciarla con un trapo de algodón al final de cada día a pesar de sus cosquillas, porque en el fondo, aunque va de dura, le mola brillar para mí.

Yo sé lo que le divierte que la enchufe al Wah-Wah y balancear su sonido al compás que marcan los gestos de mi cara. También sé cuanto le gusta crujir su voz con la distorsión cuando los dos entramos en calor (muy a pesar de los vecinos) y guiñarle un ojo a los RAMONES o a NIRVANA mientras los dos arrugamos la nariz y acabamos de rodillas en el suelo ante los ojos pasmados de Candelucha.

También conoce mi debilidad por las escalas de Blues y todo aquello que aprendo y me permite improvisar, crear sobre la marcha y ser mi más yo sonoro.




Ott San es la primera en sentir cuando descubro algún sonido nuevo, porque siempre lo quiero tocar con ella, siempre fusionamos nuestra manera de entender lo que oímos y todo lo que sale por el ampli es un híbrido que lleva nuestra marca personal, esa que solo nosotros entendemos.

El otro día fui a un concierto.
Siempre que veo algo que admiro me entran unas ganas infantiles de ser héroe.
Aún no le he hablado a Ott San de ese concierto, pero lo haré, porque me entraron ganas de ser un genio entre sus cuerdas y me llevará toda la vida explicárselo.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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