Piel adentro.
Cuando el mundo se tambalea, perdemos los trabajos, la bolsa se hunde, arden los bosques o no encontramos a Hello Kitty en la cesta de los juguetes...
Cuando la parte material del mundo se tambalea pero, a cambio, encontramos un abrazo, una caricia, la protección de una madre, una amiga o un perro... el consejo de un ser querido, o la mirada luminosa de quien se alegra de vernos y nos da cobijo en su risa...
...En ese momento, entendemos que las patrias son de piel.
Aqueña mañana aprendió algo más importante que volar.
Entendió que, si conseguía alzar el vuelo sin separar los pies del suelo, se sentíría la dueña del mundo.
Y, como una pequeña diosa equilibrista, hizo de la tierra su gran patinete con el que rondar al Sol y carambolear entre las estrellas.
Si aprendo a volar con los pies en la tierra, ¿No tendré que aterrizar jamás, verdad?
A veces invadimos espacios sin saberlo.
Nos observan sin darnos cuenta.
Muchas veces nuestra presiencia tiene consecuencias que nisiquiera alcanzamos a imaginar.
Pd: Hay tantos mundos y submundos hacia arriba y hacia abajo de nosotros... en todas direcciones.
Cada vez que encuentro uno, lo vivo como un gran descubrimiento. Este Gato y yo nos estuvimos rondando una semana entera durante mis vacaciones del año pasado en galicia.
Él gallego y yo pasiego... no podía haber salido otra foto.
Una textura extraña entre las manos, una flor, un cangrejo, una cría de pato, una piedra roja... ...y alguien con quien compartirlo, papá, un viejo peluche de trapo, o los amigos invisibles que habitan el salón de mi casa.
Los buenos tiempos estarán siempre guardados en el mismo bolsillo que metimos la capacidad de sorprendernos y de sorprender.
Solo jugando al pie de nuestras fronteras, crecemos.
Mas allá de los límites de la locura, si nos asomamos bajo la capa de miedos que supuestamente nos protege, veremos cómo germinan emociones e ideas puras, hermosas, intensas.
Más allá de los límites de la locura nos espera nuestra propia mirada para reconocernos, para ser nuestra anfitriona entre la belleza de aquello que no nos atrevíamos a mirar.
Visto desde fuera, aquel tipo y el mar se acercaban el uno al otro despacio, como en los duelos de las pelis del oeste. incluso un silbido y el sonido de una serpiente cascabel cruzaron de lado a lado la playa y todos nos miramos sorprendidos.
Pero aquel tipo y la mar se querían, tanto, que la densidad entre sus miradas paró el tiempo.
El diálogo.
"Yo le iba preguntando al casería cómo quería ser, lo recorría por dentro y le iba planteando si quería conservar tal muro, aquella pared o esta entreplanta. El caserío quedó como el mismo nos dijo"
Chillida.
Yo pisé su lugar (Leku=lugar), acaricié sus obras, traté de entender su relación con los materiales y sus mensajes... hice cientos de fotografías... pero me quedo con esta, que refleja toda la luz que recibí aquella tarde.
Vale, paso por reconocer que Candelucha (3 años) tenía razón. Estaban todas las piezas del puzzle sobre la mesa y debo entender que este no es mi arte.
Pero yo sigo pensando que esa chica no tenía corazón.
Se levantó una mañana con la mirada rara. Limpia, serena, segura. Una calma luminosa de silencio acuático, una sonrisa con patas de gallo.
Se enfundó un solo calcetín de rayas rosas azules y verdes, el otro no lo encontró, una camisa de lino que perteneció a su abuelo y unos pantalones con tirantes. Apartó su pelo de la cara, se guiñó un ojo en el espejo de la entrada y salió a la calle.
Como esa luz que se filtra valiente en la oscuridad, una pincelada que cruzaba descarada y coqueta su arte entre las tres dimensiones para posarse sobre cualquier objeto desperezando los colores.
Como las emociones que se filtran valientes entre el silencio, igual que un niño que cruza descarado y curioso un charco y lo pisa con los dos pies. Provocando una pequeña marejada de olas que sonrojan, sonríen, iluminan... y que en ese momento hacen de ese charco un oceano a su medida.
Su sonrísa sincopada se extendió sobre el resto de notas del mundo sin invadir, pero dando cuerpo a su "Sonata de los renglones torcidos".
Creo que deberíamos usar el tiempo como si firmáramos cada uno de los fotogramas de vida que creamos con él.
A veces la capacidad de amar brota de maneras insólitas.
Pero siempre es el juego más luminoso.
Yo no leo mi vida. La escribo.
No siempre es fácil.
A menudo, debo viajar hasta los rincones menos enfocados de mi objetivo para encontrar la mejor tinta, el óleo más intenso, la luz más clara y desde allí comenzar a darme forma en la siguiente página.
Voy a necesitar mucha vida ... porque cuanto más aprendo a escribir, más hojas quiero llenar...
A menudo se me pierde la cabeza.
Pero siempre aparece apoyada en alguna ventana, con la mirada perdida dentro de un tarro de ideas.
- Niño!!! Se nos olvidó el jabón. ¿Cómo haremos las pompas ahora?
- Mmmm... déjame pensar.
- ¿ya? ¿Qué piensas?
- Túmbate bajo esa flor, cierra los ojos con todas tus fuerzas y aguanta la respiración... ...
Cuando yo te diga abres los ojos y respiras de nuevo...
- 30, 29, 28... ... 3, 2, 1 ... YA!!!
Pd: No siempre tendremos lo que queramos... Pero eso nos enseñará, a veces, que podemos esculpir el mundo. Como pequeños dioses.
El sol se pone en mi norte.
Lanza una última mirada atrás, una caricia de luz y, como una madre que se despide de sus hijos en una estación de tren, sonríe y tocando su cara, dice:
- Volveré pronto. La tierra gira solo para que nos veamos mañana.
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