/Era una mañana plateada de agosto. La marea alta empequeñecíaaquella playa de mar juncos, arena y Lucía: Niña pequeña, sandaliasde cuero, vestido blanco y unos grandes ojos de miel, de esos quesaben mirar (y en cuya mirada da la impresión de caber el mundo).El sol, curioso, filtraba su saludo entre las nubes que mojabanla cara de Lucía y rozaba tímido el agua para acabar en sus ojosque, iluminados, retaban al gris que pretendía invadir aquel día.Lucía abrió la palma de su mano izquierda, en la que llevaba unatemblorosa, desnuda, valiente pepita de cereza. La besó, cerró denuevo su mano y con el impulso de una breve carrerilla la lanzó al marsin perderla de vista, memorizando el lugar exacto en el que se hundía,entre el faro y una casita azul.Se sentó en la arena abrazada a sus piernas, acurrucada; envuelta enuna brisa que le llenaba, en cada suspiro, de los olores del mar y enel susurro de las olas y las gaviotas que, sin duda, hablaban de ella.Con la cabeza apoyada sobre sus piernas, cerró los ojos... ...al rato,Julia su perra, le lamía la cara y olfateaba el cuello despertándola.Con el ceño fruncido por la luz, Lucía buscaba el punto en el que cayó laPepita; la marea había bajado y el aspecto de la playa era distinto perovio que, sobre el espejo de charcos que deja el agua al retirarse,destacaba un árbol chiquitín, le llegaría por la cintura, del que colgabaun pequeño fruto verde, entre flores blancas...No podía ser, ¿Era su cerezo?Se acercaba con pasitos cortos, con esa prudencia que da la incredulidad, yUna vez a su lado, pudo comprobar que el mar le había querido devolver sucereza.Un mar que, como ya conocéis, nada sabe de árboles, y que aquella mañana,Imaginó para Lucía cerezas verdes con pepitas de coral rojo.
¡Qué bonito!Me quedo con una pepita de coral rojo, para plantar más cerezos.
Hermosa historia, sólo una pequeña princesa puede hacer que el mar le devuelva un cerezo, hum, y yo quiero cerezas verdes, se me ha hecho agua la boca de sólo imaginar el sabor ácido, jeje no puedo evitarlo.Mas hermoso el tema, tu soundtrack me tiene encandilada
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Me gusta el silencio, los sonidos del agua. Me gusta mirar a la gente a la cara.
Me gustan los animales. Me gustan las gentes sencillas, directas, cálidas, inteligentes. Me gusta el olor a madera y a hierba recién segada.
Me gustan las chimeneas, observar el frío desde el calor. Me gusta el chocolate.
En otra vida me gustaría ser Ballena. Me gustan los faros. Me gustan los árboles frutales. Me gustan los ríos, los molinos.
No me gusta hablar de dinero. No me gusta que la gente juzgue mis inversiones, porque siempre lo hacen desde un punto de vista material y yo invierto en otras cosas. No me gustan las espinacas.
No me gusta perder el tiempo, es algo que me angustia, me pone de mal humor. No me gusta el fútbol , los coches, hablar de mujeres... (¿Seré un hombre? jejeje)...
No me gustan los ruidos fuertes (de pequeño para enchufar la batidora me tenían que sacar de casa). No me gusta el plástico.
Me gustan las caras mojadas por la lluvia.
3 comentarios:
¡Qué bonito!
Me quedo con una pepita de coral rojo, para plantar más cerezos.
Hermosa historia, sólo una pequeña princesa puede hacer que el mar le devuelva un cerezo, hum, y yo quiero cerezas verdes, se me ha hecho agua la boca de sólo imaginar el sabor ácido, jeje no puedo evitarlo.
Mas hermoso el tema, tu soundtrack me tiene encandilada
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