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lunes, 24 de agosto de 2009
Cachalote Rojo
jueves, 20 de agosto de 2009
Pas in the City: Nana de luz y Mr SunShine (I)
Hace días que realizo el mismo ritual mañanero. Mi despertador suena a las 07:15h, no tengo ninguna obligación, pero me gusta madrugar, hay mucho jugo que sacarle a la vida y mientras duermo no creo recuerdos. Pongo una emisora de jazz en la radio y la llevo conmigo hasta el baño, mientras espero a que la cafetera me silbe con su aliento jamaicano, me desperezo con poquito agua, como los gatos, y me afeito.
La pequeña ventana de mi cuarto de baño da a un patio interior rodeado por los 4 edificios del vecindario.
Esta semana ya me hirvió el café tres veces por quedarme observándola desde esta pequeña lucera, con los codos apoyados en el marco, sujetando mi cabeza.
Aún en la oscuridad, esa mirada es como una "nana de luz" y yo la contemplo desde mi rincón furtivo con la pasta de afeitar sobre la cara, imaginando que escuchamos la misma música, ella siempre lleva su Ipod conectado. Hoy suena "Dixie kidnaps Vera".Con una sonrisa bobalicona, las mangas del pijama impregnadas de after save y la cabeza reposada sobre mis manos, mi mirada vaga entre su cara y la luna hasta que un fuerte olor a café quemado me vuelve a la realidad. Salgo corriendo hacia la cocina, apago el gas y cuando vuelvo a mi lucera furtiva la chica ya no está.
Escaneo con mi mirada el vecindario y cuando ya la daba por perdida, veo que entra en casa de Mr SunShine.
Mr Sunshine es un tipo tranquilo, grande como un armario ropero y reservado. Calla más de lo que habla y antes de responder a una pregunta siempre observa unos segundos a su interlocutor... ...(Continuará)
domingo, 16 de agosto de 2009
Capitán
El viejo Capitán recorría el mismo camino cada mañana, con sus zapatillas de cuadros roídas y su pijama de franela, el rostro acelerado y su pipa humeando angustias.
El paseo acababa en una torpe carrerilla furtiva con la que cruzaba un jardín abandonado.
- A ver cómo giramos hoy, a ver cómo giramos hoy, a ver cómo giramos hoy... .
No dejaba de repetir esa frase hasta que entraba en una cabina de barco oxidada y se agarraba a su timón.
Jugaba con sus dedos entre los cuadros de mando y agudizaba la mirada hacia el horizonte como si desde su timón pilotara la travesía de la tierra alrededor del sol.
Esa responsabilidad le tenía absorvido y ojeroso, se olvidó de sí mismo y sentía sobre sus espaldas el peso de cada catástrofe ocurrida en cualquier parte del planeta.
Vivía en el psiquiátrico de Pontevedra, pero no era un interno conflictivo y su rutina estaba controlada, así que le dejaban salir durante el día. Las autoridades de la ciudad estaban advertidas.
El Capitán formaba parte de la fauna de la ciudad, un personaje querido por sus habitantes y curioseado por los turistas, aunque él vivía totalmente ajeno a ese vayvén de miradas.
Hoy le he pedido permiso para sentarme a su lado, él me ha mirado un segundo y me ha dicho exactamente dónde me podía sentar, como si el jardín estuviera minado. Con mucho cuidado y respeto me he posado donde él me ha dicho, y le he observado en silencio.
Por un rato el Capitán se ha olvidado de mí hasta que un gato se ha colado en el jardín llamando su atención. Yo he acariciado al gato bssbssbbss y al oírme ha recordado que yo estaba ahí, mi gesto hacia el gato me ha hecho merecedor de sus primeras palabras:
-Hasta el núcleo. Este timón baja hasta el mismo núcleo de la tierra. No voy a perder mucho tiempo en intentar convencerte, pero desde aquí dirijo el rumbo de la tierra, su destino.
-Claro, eso me explica sus ojeras. Tanta responsabilidad para un solo hombre... .
-Él me vuelve a mirar para calibrar si le estoy vacilando o si hablo en serio y al ver que le mantengo la mirada, se relaja.
Pasé el día con el Capitán, un día de silencios y densas palabras, un día de miradas.
Comimos juntos sin soltar el timón, observamos a la gente que pasaba frente al jardín y aprendí a leer la ciudad entera desde un pequeño tramo de acera, él tenía un ojo a mi lado y el otro en los espejos retrovisores del planeta... al final del día, sin saber nuestros nombres, le acompañé hasta el psiquiátrico.
A la entrada una enfermera le recibió con cariño, nos dimos la mano y se despidió de mí con la mirada, aspirando nervioso su pipa y dejándome el olor dulzón de su humo de angustias en el recuerdo.
La enfermera se acercó a mí:
-¿Es usted pariente del Capitán?
-No, soy uno de sus protegidos. ¿Qué sabe usted de él?
- Pues mire, casi nadie sabe mucho del capitán. Yo soy nueva aquí, él lleva toda la vida, pero el otro día estuve mirando su expediente y ví algo curioso, son muy pocas las ocasiones en su vida en las que este viejo no ha realizado su recorrido rutinario hasta la cabina del barco.
Apunté algunas fechas de las pocas veces que ha faltado a su cita:
En el verano del 14 se enamoró y faltó una semana.
En el otoño del 29 tuvo problemas económicos y se ausentó unos días para vender unas tierras de la familia.
A finales del verano del 39 tuvo fiebres altísimas y estuvo delirando en la cama 4 días. De aquella convalecencia salió especialmente afectado y no volvió a separarse de su pipa y de sus ojeras.
viernes, 14 de agosto de 2009
Mi amigo Juan.
Juan es un tipo callado y observador, al que casi no le caben los ojos en la cara de cómo lo mira todo.
Va a su bola y le gusta andar descalzo. Se mea los pies y le da igual, su padre sospecha que eso tiene alguna influencia en las distintas tonalidades de verde del jardín y su césped Dálmata.
A veces parece que, cuando mira así, está cogiendo carrerilla. Yo observo como poco a poco le va cambiando la cara hasta que casi se le ponen hoyuelos en los mofletes, se acerca a mí y con un hilillo de voz de pito suelta la carretada de reflexiones infantiles que tenía guardadas.
Un amigo me explicó una vez que a la mar hay que ir cuando quiera la mar, no cuando quieras tu... pues Juan es como la mar, cuando el quiere se te acerca se sienta sobre ti y te cuenta.
Entre marea y marea yo le observo y a veces le robo un poco de luz... Ahí tenéis un cacho.
jueves, 13 de agosto de 2009
Viaje a ... ...
-Este coche no posa las ruedas en el suelo, tonto, no hace falta que giren. Aceleró y comenzaron a recorrer el mundo.
Dormían al aire libre, siempre llegaban de noche a los sitios y descubrían dónde habían aparcado al despertarse, a menudo cuando algún grillo dejaba de cantar.
Les encantaba la sorpresa de abrir los ojos y no saber qué se iban a encontrar. Prados, rios, playas, campos de girasoles, un huerto con 13 almendros, la plaza de un pueblo en mitad de un mercadillo, los restos de un festival de música... ...
No necesitaban permisos de ningún tipo, aparcaban su menguada materia en cualquier lugar y desde su pequeña dimensión palpaban el mundo con la mayor intensidad que jamás habían imaginado.
Campaban a sus anchas y se colaban entre las líneas torcidas del pentagrama de la vida, como dos virtuosos del caos armónico que hubieran decidido andar su camino con los dedos de Monk, el aire de Bird, los labios de Armstrong o la mirada de Billie.
Recorrían cada comarca en su barca, de afluente en afluente, acariciando con su piel los rincones más fértiles, preñados de luz y vida, de arte y tiempo.
domingo, 9 de agosto de 2009
jueves, 6 de agosto de 2009
EMMA y la Galerna.
EMMA siempre se preguntaba el por qué de cada cosa. Era una barca curiosa y no se conformaba con las explicaciones teóricas que recibía, ella lo tenía que vivir en primera persona.
Había sido diseñada y concebida para flotar y eso la llevaba por el mundo arrastrando su panza con una sombra que lastraba su luz.
Si, es cierto, había recorrido todos los puertos del Norte, y eso para una barca de su tamaño era una autentica osadía, pero no le valía.
Emma sentía que el mar era mucho más grande por dentro que por fuera y que para conocer el mar realmente tendría que ser capad de sumergirse en él. Por más que se esforzaba, era incapad, hacerlo iba en contra de todas las teorías con las que había sido diseñada... la física iba en su contra y ella maldecía a Arquímedes y todos sus principios por "atarla" a la superficie del medio más profundo de la tierra.
El resto de barcas no entendía su angustia y ella les explicaba: -¿Acaso podéis sentir las propiedades de un barniz tocando solo el bote que lo porta?-.
Ella sabía que el mar era mucho más que lo que le habían enseñado, un mero medio para navegar y llegar de un puerto a otro. Ella sabía que era mucho más de lo que se veía desde la superficie... y no se conformaba. No se dejaba convencer por la inercia cultural y lógica que le decía que su lugar estaba flotando, que había sido creada y pensada para flotar. Emma siempre contesta lo mismo, con sorna y un poso de tristeza. -Si hubieran empezado a crearme por el cerebro habrían hecho de mí submarino-.
Aquel fue un verano de fuertes tormentas. Las barcas vivían atemorizadas, pero EMMA veía en cada golpe de mar un potencial que le hacía brillar de emoción.
Una tarde oyó hablar a los marineros de Galerna y se le pusieron serias las tablas. No era miedo, era esa concentración intensa que se pone cuando ves acercarse a la oportunidad de tu vida y quieres estar seguro de hacerla tuya.
Cuando los hombres amarraban sus barcos en el puerto para evitar perderlos por el temporal, ella se escabullía y trataba de pasar desapercibida. Los hombres corrían con sus chubasqueros amarillos de un lado a otro del puerto con prisas y calados hasta los huesos, no fue difícil evitar que la amarrasen.
El resto de barcas la miraban y no entendían el brillo de felicidad que salía entre cada una de las tablas de las que se componía Emma.
La Galerna no tardó en llegar. Todas las casas del puerto estaban cerradas a cal y canto, hasta la tasca, que no había cerrado jamás. En el puerto no había ni un alma y todas las barcas cerraban los ojos con miedo. Sentían cómo el viento, con sus embestidas racheadas, las golpeaba contra el puerto y entre sí, poco a poco veían que sus panzas se llenaban de lluvia y de vez en cuando abrían un ojo para ver qué había sido de Emma, pero en medio de aquel caos de furia climática no tardaron en despistarla.
La mañana siguiente amaneció con una calma luminosa y fresca, como un regalo de compensación que el cielo ofrecía a la vida del puerto. Los hombres salían silbando de sus casas. Paco el de la tasca, observaba por encima de sus gafas bifocales y con la boca abierta al coro de silbidos acompañado por la percusión de las labores de reparación de los barcos, martillo, sierra, lija y el sonido mecedor de las amarras.
Paco no era un tipo especialmente sensible pero en su recorrido visual por los desastres que la galerna había provocado, no pudo evitar fijarse en una barca que destacaba sobre todas las demás, la única que brillaba.
Estaba irreconocible, cubierta de restos del fondo marino. El agua había creado vida verde entre sus tablas como si hubieran pasado años, su pintura había desaparecido casi por completo y se cubría de algas, algunas tablas estaban desvencijadas y rotas e incluso tenía unos peces nadando en su panza tranquilamente, como si ese fuera su medio natural.
Emma había conseguido mucho más de lo que podía imaginar. En todos los puertos del norte hoy se cuenta su leyenda, porque aquella noche da galerna, no solo había sido capaz de sumergirse en el mar ... ... se había fundido con él.
Pd: Gracias a quien supo llenar de luz a la imagen de EMMA.