Y, aunque ya no busco la imagen que cure mi ceguera, sigo aprendiendo a hacer de los sueños la especia maestra de mis voluntades... la inercia sutil que mueve mi mundo en una u otra dirección.
Supongo que una vida se me quedará corta para aprender.
Me gusta el silencio, los sonidos del agua. Me gusta mirar a la gente a la cara.
Me gustan los animales. Me gustan las gentes sencillas, directas, cálidas, inteligentes. Me gusta el olor a madera y a hierba recién segada.
Me gustan las chimeneas, observar el frío desde el calor. Me gusta el chocolate.
Me gustan las caras mojadas por la lluvia.
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3 comentarios:
El verde te ilumina ... habrá muchas vidas para ti, amigo! Muchas! En mis sueños no puede ser de otra manera ... creo que bebí algo de tu brebaje! Muacc
"Aprendí que una parte de mi luz es el reflejo de aquello a lo que decida mirar". Sabias palabras, Niño.
No, no nos basta una vida para aprender ni tan siquiera para dejar de equivocarnos.
Un abrazo
compartir luces, especias
aprender siempre nuevas recetas
:-)
Besos de mañana soleada,
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