Cuando los surcos del tiempo me miran directamente a la cara, siempre lo hacen con calma, sin ningún miedo.
Una ceja poblada de años se arquea sobre esa mirada rapaz, viva... y una sonrisa respetuosa, pacifica, muda me hace saber bien recibido.
Hay rostros sobre los que el tiempo descansa de la única manera posible, sin mirar atrás.
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domingo, 30 de mayo de 2010
Los surcos del tiempo.
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