La mar estiró su dedo índice cargado de barcos, con sus pescadores y todo. Lo hizo despacio, conteniendo la respiración y, cuando estuvo lo suficientemente cerca, Zaassss... dió un último saltito y me caló los pies con una ola llena de camaradería y cariño.
Después de reirnos, saludarnos y empaparnos un poco, me contó a qué vino:
- Niño, estaba pensanto una cosa. Tu qué crees ¿Habría cielo si no hubiese tierra?
Y mientras construíamos juntos un pequeño astillero improvisado donde pintar mi pequeño y desgastado bote, yo pensaba.
- No mar, creo que, sin tierra, el cielo perdería toda su perspectiva. ¿Desde donde lo miraríamos?
Oye mar, ¿Te has dado cuenta de que hoy el sol te quitó el azul?
- Ya, ¿Sabes? A veces no alcanzo a saber si yo soy azul porque el cielo lo es, o al revés.
El sol, en tardes como hoy, se empeña en complicar mis dudas.
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domingo, 26 de junio de 2011
Conversaciones con La Mar.
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