Salimos a la pata coja del burdel más rancio de aquel bulebar tuerto, nuestros propios pantalones nos echaron la zancadilla y caimos en el charco del peor Whisky que aquella ciudad enfema podía destilar.
Subimos al "Crazy Train" en el último anden de una estación Desesperada y la guitarra de Randy Rhoads nos hizo crecer el pelo. La cara de aquel muchacho siempre me inspiró ternura, sus punteos me llevaron a conocer el infierno y apartar de un empujón al diablo que me abrió la puerta, para entrar a buscarle.
Tejimos telas de araña metálicas en cada rio y pescamos truchas pecosas y baladas tristes y horteras. Cantamos "Hijos de Cain" cada 10 cervezas y desenterramos los huesos de Bon Scott escarbando con las chapas de "hombres G".
Lamimos el alba con la garganta rota y le mordimos el cuello a un bocata de chorizo de Pamplona en la calle Morgue.
Y con todo lo duros que éramos, le robamos las bragas del tendal a la novia del Fortu y perdimos el corazón, los pinchos de las muñequeras y hasta los flecos del chaleco.
Dale al ... play...
Larga vida al Rock'n'Roll Cabrones!!!!
(pequeño homenaje/parodia a mi infancia)
Pd: Ludo, no llores.
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viernes, 2 de septiembre de 2011
Crazy train
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