Fuimos incapaces de enfocarnos desde tierra.
Tu pecho era la fuerza que calmaba, desde el fondo, a los mares de tormenta y me lanzaste desde allí tus boyas blancas y rojas.
No es fácil este mar, pero se me desgrana el suelo que piso si no siento tu cuerda entre mis manos.
Y me pierde la sensación de, nunca saber, quien sujeta a quien.
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jueves, 8 de septiembre de 2011
Sujetando la mar
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