Iban llegando las primeras tropas a sus ciudades y la pena y la desesperanza se extendían como una epidemia fría de ojeras y llantos. El eco de lamentos rebotaba en las ruinas heridas de una ciudad a la que el sol trataba de desinfectar con un poco de su luz.
Las mujeres buscaban a sus hombres (maridos, padres, hermanos, hijos) entre los restos de vida que arrastraba aquella marea de sombras.
Muchas de ellas caían al suelo rendidas, perdidas, como si la ausencia de sus seres queridos se les colara en el vientre y las vaciara por dentro. Otras trataban de consolarlas contagiadas de su vacío.
Aún habia una batalla por ganar y nadie lo sabía...
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viernes, 2 de septiembre de 2011
War (III)
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