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viernes, 12 de marzo de 2010

Especias maestras.







Puse una cazuela de recuerdos macerados con anhelos a remojo, bajo las lluvias de febrero.

Se limpiaron las heridas, cicatrizaron las sombras, me salieron brazos nuevos como una estrella de mar.

Mi pecho recuperó su forma original y aprendí que, una parte de mi luz, es el reflejo de aquello a lo que decida mirar.











Y, aunque ya no busco la imagen que cure mi ceguera, sigo aprendiendo a hacer de los sueños la especia maestra de mis voluntades... la inercia sutil que mueve mi mundo en una u otra dirección.


Supongo que una vida se me quedará corta para aprender.

3 comentarios:

Unknown dijo...

El verde te ilumina ... habrá muchas vidas para ti, amigo! Muchas! En mis sueños no puede ser de otra manera ... creo que bebí algo de tu brebaje! Muacc

chanclas dijo...

"Aprendí que una parte de mi luz es el reflejo de aquello a lo que decida mirar". Sabias palabras, Niño.
No, no nos basta una vida para aprender ni tan siquiera para dejar de equivocarnos.
Un abrazo

Marina Culubret Alsina dijo...

compartir luces, especias
aprender siempre nuevas recetas
:-)

Besos de mañana soleada,