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viernes, 5 de noviembre de 2010

Alice VII (Arrabales Tour)


Por motivos que, en esta crónica, no puedo confesar, las autoridades competentes nos prohibieron a Alice y a mi, tocar juntos a menos de 20 metros de una boca de incendios.

Nos vimos exiliados a los callejones de los arrabales y las farolas de los puertos. Nuestra alfombra roja era el óxido de las escaleras de incendio, y las únicas luces de neon que nos rondaban eran las que parpadeanban, como moscardones, el nombre de los Clubs más rancios de la ciudad.

Asi, la banda, compuesta por Alice, la boca de incendio y un servidor, tenía por todo público a mi gato Roque, un tipo medio callado que bostezaba como un Leon y rugía como una golondrina. Las noches de aforo completo nos visitaba la luna para acentuar nuestras ojeras con su blanca luz y a lustrar la piel roja de Alice.

Éramos un gran equipo, el boca a boca nos hizo un nombre entre los vagabundos y las ratas del puerto, acabábamos las noches alrededor de un bidón ardiendo, cantando con un coro de deshechos sociales, con pocos dientes y mucho corazón, comiendo castañas asadas y bebiendo tetrabriks de vino... Pero Alice y yo no dejamos de tocar juntos jamás, porque aprendimos pronto que el éxito se puede encontrar entre la basura si uno tiene talento.

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