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viernes, 15 de agosto de 2008

Historias del Barrio "Pi" II (algunos personajes)

Don Camilo el cura estuvo trabajando en un circo como "El hombre más fuerte del mundo" hasta que sintió la llamada del Señor una tarde en la que, mientras echaba la siesta, un elefante le cagó encima. 
Sus homilías eran verdaderamente intensas,  provocaban en los momentos más acalorados el aplauso incontrolado de sus fieles que se levantaban y hacían vítores. Don Camilo levantaba los brazos y aplacaba a "su rebaño" simulando creer inmerecidas tales demostraciones, aunque en el fondo le hinchaban orgulloso. Era su particular baño de multitudes.

La librería del pueblo era un rincón de cultura, provocación, calor, motivación... ... no me resulta fácil explicar lo que se sentía al entrar. Los olores a madera, chocolate, café, pintura, papel... ... mezclados con la luz que entraba por el gran escaparate y la sonrisa con la que Matilda recibía a todo el que hacía sonar las campanillas de la entrada, creo que eran el reflejo de lo que ella quería mostrar de sí al mundo. Aquel no era solo un espacio físico, sino una forma de vida y de pensamiento. 
Matilda tenía un hablar sereno, bien vocalizado de voz firme y empostada. Miraba siempre a los ojos de la gente. 

Era una persona cálida y cercana pero que a la vez intimidaba por lo que había vivido, por lo que sabía y por lo bien que lo contaba.


Rondaba los 50 años, con una belleza que aparentaba fragilidad, como la de Audrey Hepburg, pero con una fortaleza y seguridad que hacían temblar el más "pintao".  Fumaba  en pipa y llevaba siempre bonitos pañuelos en la cabeza para proteger su pelo de los trabajillos que siempre se traía entre manos (restauración de los muebles, encuadernación de libros, sus lienzos desordenados y siempre por terminar en la trastienda). Matilda decía que las letras deben ir acompañadas de una mesa y una taza o un vaso según el momento... y todo el que entraba por allí estaba invitado a tomar algo (café, chocolate, vino, ron... daba igual... algo). 
Tenía profundas conversaciones políticas con su perro Don José, uno de esos perros largos, bajitos y culones de grandes orejas que arrastra con poca gracia por el suelo y que tienen cara de buena gente. 


Esa foto es de sus últimas vacaciones en un pueblo perdido del norte.

Cada vez que Don Camilo se acercaba por la vieja librería, Matilda y él, acababan enzarzados en fuertes discusiones teológicas y el cura terminaba saliendo enfadado con su libro de la mano y olvidando pagar, con lo que a Matilda se le hinchaba más aún la vena de la frente (esa venilla que se le ve a las mujeres delgadas y pálidas cuando se enfadan)  aún más y planeaba en secreto asaltar el cepillo de misa el domingo a la hora de los blancos... ... al rato de divagar sobre cómo hacerlo, acababa riéndose de sí misma... y temiéndose capad de hacerlo. 

Joaquín era un tipo vegetariano, conformista y triste. Vegetariano por simpatía hacia los animales, conformista por no haber sabido hacer otra cosa que continuar con el negocio de su padre y triste porque su padre fue carnicero. ¿le podéis imaginar hablando con cada animal antes de la ejecución, ofreciéndole un cigarrillo con su cara de pena y contándole lo dura que es la vida? ... triste... era un tipo triste, pero nadie interpretaba como él las Arias de Verdi, de hecho era uno de los atractivos del coro, que llenaba la plaza cada domingo.
(Continuará...)

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