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martes, 12 de octubre de 2010

ROCK AND ROLL (Bordeaux)


Sigo escribiendo canciones que infringen las leyes de tu pecho. Desde el caos armónico de mis cuadernos, estos acordes de contrabando viven al margen de la justicia y le roban su arte a las luces reflejadas en los adoquines de este viejo bulevar... donde el diablo aprendió, de niño, a sonrojar a las mujeres.

Una blanca eterna luna, como un suspiro sincopado, se acurruca reflejada en su hueco sin rayas, bajo el pentagrama, mientras yo afino mi guitarra al tono de tus gemidos.

Abro la ventana de este escenario que da a tu mirada. Canto crujiditos mis anhelos mañaneros para recoger el aplauso silencioso de tu sonrisa. Entre tanto, un sol asoma tímido medio cuerpo, sobre la segunda línea de este horizonte polifónico, te busca. Se siente mejor, este viejo astro, los días que tu le ayudas a ponerse su brillo.

Se me perdió un invierno en el bolsillo de tu otoño, junto a un solo de cello, intenso ma non troppo, con dulces matices amargos del chocolate negro que nos regaló septiembre.

Y arriba, en el desordenado jardín silvestre de su azotea, Valentine, nuestra vecina de enfrente, cuelga en su tendal el atardecer rojizo que reflejan tus coloretes. Silba Summertime. El verano de Woodstock se quedó a vivir en su mirada, algunas tardes nos lo cuenta alrededor de esa única taza gigante de café de la que bebemos los tres.

Dirás que soy un desastre, pero nunca encuentro mi hogar mas allá de las fronteras desde las que alcanzo a mirarte.

Pd: Hasta Tom Waits me resulta insípido si no te emociono.

1 comentario:

Me[Helden] dijo...

guau, envidio a la mujer en la que te inspiras