Cierro los ojos y respiro tus intrigas.
Lamo sin miedo la sal de tus heridas abiertas y dejo que tiemble el plumaje de tus tobillos.
Acaricio tu curiosidad, que me sabe a viento, con el reverso de mi piel
y un abismo de dudas se despeja en tu sonrisa cuando, de un mordisco,
rompes todos los candados de mi pecho.
Pasa sin llamar, dale vida a mis sabores,
ábreme en canal, que mis rios se desborden.
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viernes, 16 de septiembre de 2011
Deseo
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