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domingo, 4 de septiembre de 2011

Mi pequeño mundo de agua. (I)

Siempre he creido que todo hombre debe tener un lugar desde el que disfrutar mirando a la lluvia.

La lluvia es un susurro infinito de latidos de agua.

Si consigues aislarte lo suficiente de ti mismo y sentarte bajo ella participando de su llegada al suelo, podrás formar parte de su mensaje.

Cierra los ojos y siente cómo, unos latidos de lluvia, destacan sobre los otros. Percíbelos.

Deja que la lluvia te cuente, tu solo abre los oidos, el pecho y la piel; tu capacidad de percepción cambiará por completo y entenderás, desde una perspectiva distinta, lo que eres.

Que todo hombre encuentre su lugar para escuchar la lluvia.