Y amanece despacio, un sol curioso que ronronea sobre el horizonte, desperezando los colores de una mañana que comienza con restos de la noche anterior rondando nuestra sonrisa.
Clank... Una de las gaviotas del puerto posa sobre el capó de la furgo. la tartera con el desayuno que encargamos ayer en la tasca. Café, fruta, huevos con bacon y zumo de naranja. El olor nos alborota. La brisa del puerto nos lava la cara y una moneda, a cara o cruz, nos hace las veces de mapa
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miércoles, 8 de septiembre de 2010
Mis memorias de las noches perdidas (III)
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