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viernes, 24 de septiembre de 2010

Sad Girl


Sad Girl, originally uploaded by Garabato's Light Clan.


Apoyaba su frente en uno de los ventanales del "Café Literarios".

Su mirada se perdía en el verdín de la Catedral, empapando la sombra de sus ojeras en los charcos de la plaza.

El murmullo del café me resultaba somniliento, mecedor, pero aquella mirada me despejó. La luz se posaba en su cara lavada, como si el mundo fuera un escenario y el sol pálido de septiembre, su foco.

Nunca invado, pero tuve el impulso de sentarme en su mesa, frente a ella. Cogí un juego de llaves y lo posé cerca de su taza de café, sin decir nada y sin dejar de mirarle a la cara.
El sonido del metal sobre la madera llevó su mirada a la mesa y a mi mano, para terminar en mi cara.

Su sonrisa de bienvenida no mostraba sorpresa, más bien indiferencia. Pero aún, entre esa apatía, pude encontrar los restos de vida que iba dejando su marea de sombras.

Nuestra conversación fue breve. Pedí un café y le sugerí a la camarera le pusiera a ella otra ronda de lo que estuviera tomando.

- ¿Tu te planteas por qué estás vivo?. Me preguntó con un pequeño jet lag en la mirada. Le costaba coordinar su voz con la expresión de su rostro.

- Claro, cada día me lo pregunto.

- Hoy no encuentro motivos para no pegarme un tiro al llegar a casa.

- ¿Sabes qué es lo que a mí me mantiene vivo?

- No, dimelo.

- El deseo. Esta frase le torció el morro con una sonrisa sarcástica. Debió pensar que era un cantamañanas más que solo se la quería tirar y me respondió.

- Vale, guay... otro día hablamos si eso...

Yo arqueé mi ceja y le pregunté su nombre.

- Me llamo Manuela.

- Ok. Mira Manuela, te dejo estas llaves. ¿Ves el avión que está sobre la torre del reloj de la catedral?

- Si.

- Estas son sus llaves. Pegate un tiro si quieres. Pero yo no lo haría sin conocer Paris. Hazlo a la vuelta, eso es fácil y siempre tendrás ocación, no tengas nunca prisa para morir.

Ella me miró incrédula, alternó su mirada entre mi cara y el avión y se quedó pensativa.

- ¿El deseo dices?

- Mira, hacemos un trato. Yo te dejo mis llaves y tu me las devuelves antes de pegarte un tiro. Eso sí, a cambio me tienes que prometer que buscarás un deseo cada día.

Para esas alturas las llaves ya andaban jugueteando entre sus dedos y su sonrisa ya no temblaba.

Yo me levanté, pagué la ronda y, antes de irme, le dije al oido. Siempre te dará más vida lo que desees que lo que tengas...

Ella frunció el ceño. Algo no le había convencido. Salió corriendo a buscarme cuando ya estaba en la calle.

- Espera!!!! Si solo te da vida lo que deseas... ¿Que sentido le da eso a lo que ya tienes?

Nos sentamos en las escaleras. Ahora era yo el que perdía la mirada en el verdín de la catedral. Comencé a hablar.

- Deseo aprender a tocar mejor mi guitarra, deseo que mi hija me admire, deseo crear un patrimonio de vida rico en emociones y buena gente que avale camino, deseo aprender inglés para hacer mejor mi trabajo... Deseo que mis padres se sientan orgullosos, deseo que mi familia se sienta protegida, querida y rica de valores...

Giré mi cara y me centré en su mirada para decirle:

- La capacidad de desear es ilimitada, pero debe gestionarse con, al menos, un pié en el suelo. Yo deseo muchas cosas que no tengo y lucho por ellas, eso hace mi vida intensa, pero también tengo un gran saco de deseos relacionado con las cosas que si tengo, que las enriquece y siembra de vida. ¿Aún no conoces París?

- No.

- No puedes pegarte un tiro sin conocer París. Cuida bien esas llaves, en ellas tienes un apartado de correos al que escribirme. Recuerda que habrás de devolvérmelas antes morir.

Le dí un beso en la frente y me fuí.

Va para tres años que conocí a Manuela. Desde entonces, de vez en cuando, recibo una carta suya con unas pocas palabras:

"Aún no conozco Londres. Gracias."

"Aún no conozco Laponia. Gracias."

"Aún no conozco Argentina. Gracias."

"Aún no conozco Amsterdan. Gracias."

Y yo, al leer cada carta, pincho una chincheta en mi mapa mundi y celebro, con un buen vino, haber perdido mi avión.

Hoy le he contestado por primera vez . Mi carta decía así:

"Aún no te conozco. Gracias."

1 comentario:

Anónimo dijo...

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