....
....
....

lunes, 24 de marzo de 2008

La fábula del pescador y el hombre importante (I)



Esta historia no es mía, a mí me la contaron y yo la escribiré en este espacio como la recuerdo. En este caso la verdad no será un lastre, lo que no recuerde me lo inventaré tratando de respetar el fondo de la fábula:

Imaginad un pueblo pesquero, yo soy un tipo del norte a para mi eso es fácil, pero como no todos los que leáis esto os habéis criado cerca de un puerto os describiré este...mezcla entre mis recuerdos y mi imaginación.

Huele a salitre y a pescado; a mar, un olor fuerte pero no desagradable. Las gaviotas omnipresentes cantan canciones populares con las mujeres que cosen redes y miran al horizonte, donde vive su familia, justo detrás de esa raya que separa agua y cielo por la que desaparecen hijos, maridos y hermanos. Las canciones más alegres siempre suenan cuando el horizonte trae a la familia, canciones que sueltan el suspiro contenido que se les agarró a las entrañas cuando el barco partió. El ritmo sonoro lo marcan los amarres que sujetan los barcos al muelle y son mecidos por las olas...casi parecen ligeras esas moles de madera, metal y cuerdas.


El puerto en el que ocurrió esta historia tiene una taberna, pero no una taberna cualquiera, sino LA TABERNA. Cuando un sitio tiene solera de verdad, nadie sabe como se llama, es LA TABERNA y da igual que en el cartel de madera de la entrada pongo "La marejada", cuando un turista aconsejado por alguna guía de viajes pregunta por "La marejada" a un lugareño, este se rasca la nuca moviendo su boina hacia adelante, encoge los hombres y responde - usté se equivocó de pueble amigo-.
En LA TABERNA hay fotos de barcos y de marineros, fotos de peces grandes, pequeños y peces raros, desde una sardina con dos cabezas hasta un atún con bombín y gafas de sol. Un viejo piano reposa cansado y solo bajo una de las ventanas, casi todas las noches el cura (un cura rojillo y vivaracho al que le gusta más el aguardiente que el vino de consagrar) se sienta un rato al piano antes de cenar y canta provocando a todos los marineros que terminan cantando juntos "La salve marinera".
En la puerta de LA TABERNA hay una campana que solo puede tocar el patrón de cada barco cuando llega a puerto, todos saben cuantas veces debe sonar la campana y llevan la cuenta de cabeza, como cuando esperamos algo y suena un viejo reloj de pared.
Si alguna vez vais por allí pedid un blando de rueda y un caldo...de las tapas no os hablo porque aún no he cenado.

Las gentes del puerto tienen la piel y la mirada curtidas, por el frío y el horizonte que de tanto mirarlo se les achinaron los ojos, como cuando tratas de agudizar la mirada o te deslumbra el sol. Miran a la cara con la seguridad que da el estar en "tu terreno", pero son hospitalarios y si la pesca se dio bien nunca te dejan pagar una ronda.
En estos sitios se dan amistades muy curiosas, como la del cura del que os hablaba antes con Matías, que es el protagonista de mi breve fábula y ateo practicante...cuando beben más de la cuenta acaban manteniendo discusiones teológicas hasta las tantas de la mañana, discuten mucho pero en el fondo se quieren.

Anda!! Sin darme cuenta, se me coló Matías en la historia. Bien, es tengo que decir que él es quien vivió esta fábula y que él fue quien me la contó...


...(continuará)

No hay comentarios: