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martes, 25 de marzo de 2008

La fábula del pescador y el hombre importante (III)

El hombre importante se quedó pensativo...Mi estilo de vida no acababa de convencerle y yo le pregunté: -¿Algún problema?

El hombre dentro de su amabilidad y con la intención de "abrirme" los ojos comenzó a objetar sobre mi vida y a hacerme los siguientes planteamientos:

-Mire buen hombre- Me dijo. Creo que debiera de ser más ambicioso.
- Tendría que madrugar más y regresar más tarde al puerto, nada de vinos con los amigos, esforzarse para vender su pescado en el mejor momento y al mejor precio.

-¿Y eso para qué?- pregunté yo.

- A lo que él respondió. -Si haces eso, puedes ganar más dinero y con el dinero puedes pagar a tus amigos para que vayan contigo en el barco y así podrías pescar más aún.

-¿Y eso para qué?. - pregunté yo de nuevo.

- Con el tiempo, si te esfuerzas y ahorras, podrás comprar un barco más grande y contratar a más gente. Podrías aumentar tus capturas y crear tu propia empresa, hacerte un nombre en el mercado.

- Ya, y ¿qué hago yo con todo eso? continué preguntando.

- Pues mire, replicó un poco contradicho el señor importante, si invierte bien su dinero, después de muchos años de duro trabajo podría tener una FACTORÍA propia con una cartera de clientes importantes y si consigue el volumen de negocio suficiente quizá consiga al final de su vida vender su empresa y cobrar por ella mucho dinero.

- ¿Y? Pregunté de nuevo haciendome el tonto.

- Pues cuando tenga todo ese dinero, podrá comprarse una casita en algún pueblo y dedicarse a pescar en su bote, a tomar algún vino con los amigos mientras lee la prensa, podrá pasear tranquilo con su señora, sin prisa, el tiempo dejará de ser su enemigo, disfrutar de sus nietos todo el tiempo que desee, incluso podrá hechar largas siestas sin que le despierte el móvil.

Mientras el hombre importante trataba de explicarme lo que conseguiría después de tanto sacrificio, yo me rascaba bajo la boina y lo miraba sonriendo...mi sonrisa se lo dijo todo y de repente se paró en seco, su móvil comenzó a sonar y lo miró, me miró a mí, volvió a mirar a su móvil y con una gesto de desahogo lo lanzó al mar, abrió sus brazos y me dijo - Lo lamento - lamento haberle hecho perder el tiempo, a lo que yo contesté -no se preocupe amigo, el tiempo no es mi enemigo....nunca tuve reloj.

2 comentarios:

Hache dijo...

Leí esta leyenda (o parecida) no hace mucho. Me encantan las leyendas (pasa por mi blog, me abriste el cajón de los recuerdos).

Pero he de confesar, que contada por tí, con el olor a puerto, con el sonido de La Taberna (me llegaron las voces del cura discutiendo con Matías, y el piano que suena a lo lejos ...), contado por ti suena a gloria.

Gracias por compartirlo.

Es preciosa. Y cierta ...

Yo dejé la oportunidad de llegar a ser "alguien importante" por ser feliz. Ahora puedo "charlar" con mis amigos a media mañana mientras tomo café. Eso vale más ... mucho más.

Eva dijo...

Precioso, mi niño. Vi que te cundió el día y que conseguiste liberar las palabras de entre los dedos.

Yo también decidí un día que el tiempo hay que vivirlo en el presente, mañana no sé donde estaré, pero hoy puedo tambien disfrutar de mis amigos y de mi familia cuando a mí me apetece.

Un besote.